Las sirenas sonaron melodiosas ese día en que hubo una tormenta en Villa Alba Cora. Las voluntarias del cuerpo de bomberas corrían en la Compañía para cubrirse con sus chaquetas de cuero rosadas y lanzarse por el tubo hacia los camiones de emergencia. Por las calles avanzaban tan rápidas como generosas repartiendo ilusiones y consuelo, Desde lejos los alba corinos reconocían el ulular de la bomba rosa y naranja que parecía el canto mismo de una sirena, proveniente del fondo del mar. Y eran felices mientras las bomberas llegaban al lugar de la emergencia, algunos las seguían por curiosidad... otros sencillamente hipnotizados comenzaban a elevarse y tenían la suerte de llegar a integrar el equipo de incondicionales de las bomberas. Que nunca hacían otra cosa que estar a su disposición.
En la trastienda de Villa Alba Cora, una anciana solitaria permanecía atrapada por un árbol. que había caído sobre su choza. Las bomberas llegaron justo antes que llegara la cruel vestida de negro, que por huesuda y alta, era más pesada y más lenta.
La anciana saltaba luego de que las rápidas bomberas cortaron el árbol caído en muchos pedacitos y con esos mismos le hicieron una casa nueva, claro, cimentada en una buena base de riscos.
Tan contenta estaba la anciana que se unió al cuerpo de bomberas, aunque en forma honoraria. Nunca nadie vio como en su mente, ella corría a ponerse la chaqueta rosada y bajaba por el tubo para subir al camión cada vez que comenzaba el cadencioso sonido de la sirena del cuerpo de bomberas de Villa Alba Cora.