viernes, 29 de mayo de 2015

Las sirenas de Villa Alba Cora (Cuento)

Las sirenas sonaron melodiosas ese día en que hubo una tormenta en Villa Alba Cora. Las voluntarias del cuerpo de bomberas corrían en la Compañía para cubrirse con sus chaquetas de cuero rosadas y lanzarse por el tubo hacia los camiones de emergencia. Por las calles avanzaban tan rápidas como generosas repartiendo ilusiones y consuelo, Desde lejos los alba corinos reconocían el ulular de la bomba rosa y naranja que parecía el canto mismo de una sirena, proveniente del fondo del mar. Y eran felices mientras las bomberas llegaban al lugar de la emergencia, algunos las seguían por curiosidad... otros sencillamente hipnotizados comenzaban a elevarse y tenían la suerte de llegar a integrar el equipo de incondicionales de las bomberas. Que nunca hacían otra cosa que estar a su disposición. 


En la trastienda de Villa Alba Cora, una anciana solitaria permanecía atrapada por un árbol. que había caído sobre su choza. Las bomberas llegaron justo antes que llegara la cruel vestida de negro, que por huesuda y alta, era más pesada y más lenta.


La anciana saltaba luego de que las rápidas bomberas cortaron el árbol caído en muchos pedacitos y con esos mismos le hicieron una casa nueva, claro, cimentada en una buena base de riscos.

Tan contenta estaba la anciana que se unió al cuerpo de bomberas, aunque  en forma honoraria. Nunca nadie vio como en su mente, ella corría a ponerse la chaqueta rosada y bajaba por el tubo para subir al camión cada vez que comenzaba el cadencioso sonido de la sirena del cuerpo de bomberas de Villa Alba Cora.

martes, 26 de mayo de 2015

Una palabra juntos (poesía)

¿Tendremos alguna vez una palabra?
Yo quiero tener una palabra contigo
Que salga del verso sobre tu boca
Que tenga la belleza de tu sílaba armoniosa
El valeroso gesto de mi abuela india

¿Tengamos una palabra?
Sería nuestra, propia, secreta
Sería una palabra sanadora

Tengamos con amor una palabra juntos
En lenguaje universal de tiempo y tiempo
Hagamos juegos con nuestra palabra
Luego la guardamos para que solo sea nuestra
Esa palabra que nazca de nosotros


¿Quieres? 
Tengamos una palabra juntos

domingo, 24 de mayo de 2015

Invisible (Poesía)

A veces creo que la cigüeña se equivocó de época. . .
o yo no me atreví a volar.
A veces creo que permanezco invisible y no me ves ...
o tal vez no se hacer ruido.
A veces olvido las palabras o tal vez
no existe todavía la palabra
para cuando. he esperado tanto
que cuando apareces.
me cuesta creer que me buscas
y  te dejo pasar.
Desde ahora estaré atenta....
Sabre que eres tu y te abrazaré
Seras mi Rey yo tu Reina negra.

Espera (poesía)

Espera.
El fuego de mi abrazo
No des un paso vacío
Espera el mio a tu lado.
No quiero la foto
Ni la misa dominguera
De tu corazón quiero
Me dejes ser la guardiana
Dejaré pasar suspiros
Espera
Yo guardo tu mirada
No dejes que el tiempo
Llegue y nos aleje
Como ya ocurrió por siglos
Espera
No sigas que te alcanzo.

lunes, 18 de mayo de 2015

Crónica Roja del diario de los Versos



En extrañas circunstancias ha sido hallado el cadáver fragmentado de un pequeño verso. Se sospecha del poema aunque éste último no ha podido ser interrogado ya que desde el momento de los hechos se encuentra inconcluso. El Juzgado de Letras en tanto, ha pedido se investigue también al autor de las palabras que conformaban el verso, el que se encuentra prófugo y declarado en rebeldía pues hizo abandono de la pequeña plazoleta que albergaba sus delirios dejando tirado su cuaderno haraposo, lleno de rimas oscuras y algunas malas palabras. Se ha informado que el verso asesinado no tenía enemigos conocidos, se trataba de un verso minúsculo, con sílabas impares y sin acento conocido. La muerte de “Tres hermosos jacintos amaneciendo perfumaban” resulta un misterio para la policía, la cual ha dictaminado seis  meses para la investigación.

domingo, 17 de mayo de 2015

Oda a los espárragos

Miedo tengo de los espárragos
Con sus múltiples ojos
Me miran  asombrados
Creo que son dinosaurios milenarios.
Miedo tengo
No sé qué son los espárragos.
A veces creo que son flores,
Sus gruesos tallos me dicen que son mas lagartas que flores.
Miedo tengo de los espárragos
no sé quién es su líder
y siempre están formados.
No sé quién los comanda,
visten traje verde.
De pronto aparecen en primavera.
Yo creo que secretamente
ellos desean ser flores.
Se visten como aquéllas
(sin tener su gracia por cierto )
Sólo son un tallo ambicioso y pretencioso.
Tengo miedo de los espárragos
Los encuentro detrás
de una señora que grita,
Los encuentro dentro de un frasco .
Todavía no sé si son lagartos  milenarios
o flores que no fueron flores.

Logre derribar uno,
creo que era su líder
Después de haberlo tumbado,
los demás se rindieron en mi plato.

Ahora sé que son los espárragos

viernes, 15 de mayo de 2015

El Rey de los Cabrones (Cuento)

José Montt miró a la mujer sentada  en la barra del hotel donde se hospedaba. Ella era joven y muy atractiva. La había visto la noche de su llegada  y pensó en hablarle,  pero ella de pronto desapareció. Este era el momento,  era la oportunidad.  Vio el reflejo de su imagen en la puerta vidriada,  sonrió  y  se puso de pie. José Montt era un hombre de mediana estatura,  de tez clara y ojos verdes. Podría ser un rostro común, pero las tres estrellas tatuadas en su cuello, debajo de la oreja izquierda,  daban cuenta de su singularidad.

Caminando con la tranquilidad que otorga la experiencia,  se acercó a la mujer, la saludó   y ésta le respondió con una impecable sonrisa. Cada uno de los movimientos de aquella mujer estaba estudiado, repasado y perfeccionado.  La sonrisa, el  peinado, las piernas cruzadas, el saludo tocando suavemente el brazo de José Montt y deslizando su  mano hasta quitarla llevándola luego al  pecho apenas cubierto y  su voz,  profunda y  cálida.

Todo parecía brillar para José Montt. Acababa de salir de la cárcel  donde había pasado casi 20 años condenado por el asesinato de Julián Lagarde y su mujer.  Nadie iba a delatar a José Montt y seguir vivo. Eso no se le hacía al Rey de los Cabrones
.
Respirando libertad, con más dinero en los bolsillos que el mismísimo Pinoletti y ahora, conversando con una bella mujer… la vida le sonreía.  Eso pensó, cuando   ella aceptó subir a su habitación  para seguir la charla y tal vez,  cenar algo especial.  La tomó por la cintura y al contacto de su mano con las pronunciadas curvas de la mujer una serie de  imágenes encendidas se apoderaron de su mente.  Pensaba en todo lo que haría con ese cuero.  Sonrió y el barman le guiñó un  ojo.   La mujer caminó hacia el ascensor moviendo su larga cabellera de lado a lado, como una oscura serpiente.

Esa fue la última vez que a José Montt se le vio con vida. Al día siguiente, la empleada del hotel,  golpeó una vez y esperó. Luego abrió la puerta, molesta porque eran las dos de la tarde y  debía asear la habitación y lo encontró muerto  sobre la cama. Alguien le había disparado justo en la nuca y en sus ojos abiertos se  podía observar una mirada de terror.

Lo último que José Montt escuchó al  oído fue la voz de su ocasional amante diciendo:

·         Esto es por Julián  Lagarde y su mujer… Por mis padres ¡pedazo de mierda!

SE BUENO (Cuento)

“La tarde poco a poco se entristece, casi junto conmigo.  Este aroma... 
Me parece oír su voz, su voz de niño. ¿Cómo será su voz de hombre? 
Tal vez sí, tal vez sí hicimos lo correcto 
¿Acaso no hay lugar seguro para un niño? 
¿Qué hicimos para vivir en medio de la barbarie?  
¿Por qué ocurrió todo eso?

Mi pequeño Hans, mi pequeño.  
Quiero pensar que hoy es un buen hombre, hoy es un hombre feliz”


-         Se bueno hijo, se valiente. Estarás bien.

Sin   expresión en su rostro,  la mujer trata  de soltar  los minúsculos dedos. Uno a la vez , pero vuelve a  aferrarse de la falda.   Quiere gritar, pero la tregua es  efímera  y  debe dejar ir.  Con  el corazón amarrado  entrega a su hijo a la guía  del tren. Arriba, decenas de niños miran por las ventanillas a sus madres sin comprender la razón del viaje que está por comenzar.    El niño ingresa al carro. Ninguno de  esos niños está llorando. Contiene sus  lágrimas. Será bueno y valiente.   Dos pequeños se acomodan dejándole espacio  y él se acerca sentándose  junto a ellos. Los tres se toman de las manos. 
Ella  camina hecha jirones de regreso por la calle de las rosas arrastrando la angustia   que como ácido, la deforma.  
Los bombarderos ingleses dejan caer su  ráfaga de muerte sobre la ciudad.  Abajo no hay niños ni mujeres que amamanten, no hay enfermos.  Abajo solo  se desplaza el enemigo.  

¿Mamá?
La mujer sentada en medio del jardín de los rosales en la casa de reposo de Goethestrasse,  mira hacia la entrada, pero allí solo ve  jardines.
Mamá! ¡Por fin viniste! Fui bueno mamá  y muy valiente…

La brisa de la tarde dejó caer una hoja sobre el arco de las gafas de  la anciana  mujer

-         ¡Frau Meyer, Frau Meyer, Frau Meyer! 

El alma del artista

El alma del artista es un personaje con alas, bello y andrajoso. Lleva los sueños de su dueño a las líneas del pentagrama o al blanco de un lienzo preparado. Transforma la madera o la arcilla en suaves reflejos de solitarias tardes otoñales mientras prende el fuego único que calienta su existencia, el fuego del crear.

Emerge de la nada y lleva las manos del pintor o del músico o del poeta o del escultor o del fotógrafo... a ser pequeños dioses poderosos que crean en espacios infinitos de la materia o de la nada, notas que estremecen, colores que impresionan, formas que provocan.

De luces, sombras, escenas y suaves sonidos o gritos desesperados entre cristales y tintas se viste el alma del artista y luce los harapos que le restan para que el artista encuentre la silueta justa, la nota que buscaba, la forma en el espacio.


El alma del artista no busca los aplausos vacíos tras la desnudez o la brutalidad de la palabra. Incorrupto, busca donar la creación perfecta, la que no llega. No se duerme en los laureles, ni busca por dos pesos más la fama de candil de la TV. Solo acompaña a su dueño, a llevar algunos sueños al mágico instante en que nace una canción que hace llorar, un cuadro que estremece, una escultura que provoca sensaciones.... de la nada surge hacia el espacio la creación y el artista con su alma alada, bella y andrajosa vuelve al comienzo, buscando el próximo sonido, la próxima sombra que le permita llenar los espacios vacíos, que crecen cada día construidos por los pobres personajes que desean transmitir la vacuidad, la nada.

Confesiones 6

A veces no tengo piernas
Desaparecen de pronto
Bajo millones de algas
Y trato de dar un paso
Sintiendo que soy sirena
A veces no tengo piernas
Se juntan y se amotinan
El abandono comanda
Mientras busco sustento
Cola y aletas brillantes

A veces no tengo piernas
Algún extraño conjuro
Les dice que no funcionen
Confabuladas las olas
Envuelta como Cleopatra
Llego a los pies de Neptuno


Confesiones 5

Se  me apago el Sol
Los cristales yacen  fragmentados
En medio del frío y tus pies descalzos
Yo te acompaño, es cierto
Como lo hice casi toda tu vida
Y ahora que ya estás dormido
Me ocupo de tus sueños y el mío
Y el mío eres tú persiguiéndome otra vez
Buscándome entre las flores,
Entre la arena,
Entre las olas del mar
Buscándome en medio de la gente.
No existe nadie,  sólo existes tú,  sólo existo yo.
Se me apagó el sol y estoy aquí

A tu lado esperando que amanezca

La última escena (Poesía)

Ahora que acumule tantos recuerdos
¿Será acaso el momento de partir?
Arrojo mis memorias sobre el escenario.
Poco a poco me despojo del traje de arlequín
El ridículo sombrero vuela por los aires
Mis pies yacen desnudos
La bota colorinche avanza en medio de la gente
El traje que me cubre se desmorona
Mientras mi corazón se opone al fin del acto.
Lo entiendo.

Le prometí una escena de amor
Y hasta este instante paralizada por el miedo
No puedo concluir esa parte del guion.
Lo dejo libre.

Que el escriba su propio parlamento.
Al fin y al cabo suyo sera el sufrimiento y la congoja
Como también suyo el feliz instante
En que esos pasos que aceleran su jornada
Se detengan por fin frente a su puerta

Desnuda y sin corazón, 
soy un  espectro infinito
abandonado a su suerte
Un niño me mira con ojos de ángel
Mientras extiende su mano 

Vuelvo, vuelvo al escenario
¡Traigan mi corazón!
¡Hagamos una fiesta!
¿Que no está? Se ha ido para siempre

Niño... espera...








Confesiones 3

Vamos, se hace tarde.
De pálidas caricias  se muere una poco a poco.
Se va la vida entre amores a medias,
Medios sentidos, a medias  la entrega.
Vamos, que estos minutos que  quedan
Nos den el sentido del viaje y que al partir,
Alguien escriba versos de amor  sobre nosotros.
Vamos, a terminar contigo, a terminar conmigo,
Vamos a hacer un intenso nosotros,
Que para palideces, ya está cansado el tiempo

Confesiones 2

Sueño... vuelo en mi sueño y a cada instante  vuelvo a ti.
La curvatura del tiempo y el espacio se conmueven con la lentitud de mi cuerpo.
Y vuelves... una y otra vez... Como los viajeros celestes... vuelves.
Y salgo cada vez prendida del  tiempo, a alcanzarte.
Giros interminables envuelven los senderos celestes y allí estás.
No en mi tiempo... no en mi espacio, pero estás.
Serás mi refugio, el abrazo que busco, calma y alimento.
El sonoro silencio escapa de tu boca con palabras llenas de propósitos.

 Coincidamos en alguna vuelta, a veces me canso de girar.

Confesiones 1

 

Se me perdió la niña,
Siempre estaba dentro de mí.
Saltando, subiendo árboles
O bailando  a la luz de  la luna.
Pero hoy no la hallé.
Despacio salió tal vez...
Digo yo... de madrugada...
Tal vez cansada de ser mi cómplice.
Tal vez... cansada de esconder mis secretos.
Cansada de ser niña eterna.
Ella huyó, seguramente
Tomando todas sus ropas de niña,
Dejándome desnuda,
Evidenciada, develada.
Si alguien la ve, avíseme.
La busco, sin ella soy una contradicción,
Un espantapájaros con forma de mujer
Que no sabe qué hacer con la verdad,
Que  a veces  no quiere saber. 
Un espantapájaros que observa cómo todo se desmorona,
Cómo algunos acumulan monedas
Y otros mueren de hambre
O por guerras que nunca empezaron.

El mundo me pesa y no sé cómo sostenerlo.

Palabras de la Indígena 3

 


Cada uno tiene su rol en el sagrado ciclo del cosmos. Aquí estamos, aquí estoy como una pequeña piedra al pie del mallku, sin más  propósito  que el de atajar la pequeña gota de lluvia que se deslizará por la ladera. Esa es mi misión. Porque al cuidar el destino de una gota de agua, colaboro, junto con otros miles de cuidadores, a que el agua se preserve, se respete y cumpla su ciclo, que es parte del mío.

Tu cuerpo

Si crees que es difícil la vida y por momentos todo se ve mal cierra los ojos y siente los latidos de tu corazón. Allí están,  uno tras otro. Concéntrate en ellos... sístole, diástole... Desde que eres un minúsculo ser, tu corazón no se rinde jamás. Allí está acompañándote en los días alegres, en las noches... incluso cuando haces nada. Él está allí, ocupado de tus sueños... de tus miedos, de tus delirios. Date un momento para  reconciliarte con tu corazón, con tu materialidad, que él velará  por ti cuando creas que la angustia te ahoga, cuando creas que morirás de pena. Él está allí, haciendo equilibrios para sostenerte. Dile "Gracias corazón, por estar siempre conmigo" 

Palabras de la Indígena 2

Escribo palabras que se mezclan, jugadas y descolgadas.
Escribo, no por india ni por negra, ni por mujer, madre o amante.
Escribo porque vivo, versos cosmogonales.
Mis palabras van al viento y se elevan por los cielos
Y retornarán junto al Pachakuti, ¡Mira… ya viene!
Y lloverá versos y palabras indias y seremos los mismos
Más desgastados, cansados y vestidos  como blancos
Multiplicados como indios, volveremos a la paz.


Palabras de la Indígena

Alumna: Soy aymara
Profesor: Pero ¿Hablas aymara?
Alumna: No profesor. Mi madre  no lo aprendió de su madre, ella no les enseñó a sus hijos  por temor a los castigos que recibían  quienes hablaban otra lengua distinta del castellano. Fue parte del proceso de chilenización del territorio aymara.
Profesor: Y entonces ¿Cómo  piensan? Debe ser difícil  pensar en una lengua  que no es propia

Cierto profesor. Mi  lenguaje indio no manejo. Pero mi lenguaje indio no es solo una tonelada de palabras sin sentido. La lengua de mis ancestros  tiene códigos de geometría,  formas que usted, que no dejará  que termine mi doctorado, nunca, nunca comprenderá.  Una lengua que trasciende los siglos, donde no existen equivalentes para tantas palabras bélicas  que abundan en la la suya.   En la mía, el silencio, profesor... el silencio también habla.