viernes, 15 de mayo de 2015

SE BUENO (Cuento)

“La tarde poco a poco se entristece, casi junto conmigo.  Este aroma... 
Me parece oír su voz, su voz de niño. ¿Cómo será su voz de hombre? 
Tal vez sí, tal vez sí hicimos lo correcto 
¿Acaso no hay lugar seguro para un niño? 
¿Qué hicimos para vivir en medio de la barbarie?  
¿Por qué ocurrió todo eso?

Mi pequeño Hans, mi pequeño.  
Quiero pensar que hoy es un buen hombre, hoy es un hombre feliz”


-         Se bueno hijo, se valiente. Estarás bien.

Sin   expresión en su rostro,  la mujer trata  de soltar  los minúsculos dedos. Uno a la vez , pero vuelve a  aferrarse de la falda.   Quiere gritar, pero la tregua es  efímera  y  debe dejar ir.  Con  el corazón amarrado  entrega a su hijo a la guía  del tren. Arriba, decenas de niños miran por las ventanillas a sus madres sin comprender la razón del viaje que está por comenzar.    El niño ingresa al carro. Ninguno de  esos niños está llorando. Contiene sus  lágrimas. Será bueno y valiente.   Dos pequeños se acomodan dejándole espacio  y él se acerca sentándose  junto a ellos. Los tres se toman de las manos. 
Ella  camina hecha jirones de regreso por la calle de las rosas arrastrando la angustia   que como ácido, la deforma.  
Los bombarderos ingleses dejan caer su  ráfaga de muerte sobre la ciudad.  Abajo no hay niños ni mujeres que amamanten, no hay enfermos.  Abajo solo  se desplaza el enemigo.  

¿Mamá?
La mujer sentada en medio del jardín de los rosales en la casa de reposo de Goethestrasse,  mira hacia la entrada, pero allí solo ve  jardines.
Mamá! ¡Por fin viniste! Fui bueno mamá  y muy valiente…

La brisa de la tarde dejó caer una hoja sobre el arco de las gafas de  la anciana  mujer

-         ¡Frau Meyer, Frau Meyer, Frau Meyer! 

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