“La
tarde poco a poco se entristece, casi junto conmigo. Este aroma...
Me parece oír su voz, su voz de niño. ¿Cómo será su voz de hombre?
Tal vez sí, tal vez sí hicimos lo correcto
¿Acaso no hay lugar seguro para un niño?
¿Qué hicimos para vivir en medio de la barbarie?
¿Por qué ocurrió todo eso?
Me parece oír su voz, su voz de niño. ¿Cómo será su voz de hombre?
Tal vez sí, tal vez sí hicimos lo correcto
¿Acaso no hay lugar seguro para un niño?
¿Qué hicimos para vivir en medio de la barbarie?
¿Por qué ocurrió todo eso?
Mi
pequeño Hans, mi pequeño.
Quiero pensar que hoy es un buen hombre, hoy es un hombre feliz”
Quiero pensar que hoy es un buen hombre, hoy es un hombre feliz”
-
Se bueno hijo, se
valiente. Estarás bien.
Sin expresión en su rostro, la mujer trata de soltar los minúsculos dedos. Uno a la vez , pero vuelve a aferrarse de la falda. Quiere gritar, pero la tregua es efímera y debe dejar ir. Con el corazón amarrado entrega a su hijo a la guía del tren. Arriba, decenas de niños miran por las ventanillas a sus madres sin comprender la razón del viaje que está por comenzar. El niño ingresa al carro. Ninguno de esos niños está llorando. Contiene sus lágrimas. Será bueno y valiente. Dos pequeños se acomodan dejándole espacio y él se acerca sentándose junto a ellos. Los tres se toman de las manos.
Sin expresión en su rostro, la mujer trata de soltar los minúsculos dedos. Uno a la vez , pero vuelve a aferrarse de la falda. Quiere gritar, pero la tregua es efímera y debe dejar ir. Con el corazón amarrado entrega a su hijo a la guía del tren. Arriba, decenas de niños miran por las ventanillas a sus madres sin comprender la razón del viaje que está por comenzar. El niño ingresa al carro. Ninguno de esos niños está llorando. Contiene sus lágrimas. Será bueno y valiente. Dos pequeños se acomodan dejándole espacio y él se acerca sentándose junto a ellos. Los tres se toman de las manos.
Ella camina hecha jirones de regreso por la calle de las rosas arrastrando la angustia que como ácido, la deforma.
Los bombarderos ingleses dejan caer su ráfaga de muerte sobre la ciudad. Abajo no hay niños ni mujeres que amamanten, no hay enfermos. Abajo solo se desplaza el enemigo.
Los bombarderos ingleses dejan caer su ráfaga de muerte sobre la ciudad. Abajo no hay niños ni mujeres que amamanten, no hay enfermos. Abajo solo se desplaza el enemigo.
¿Mamá?
La mujer sentada en medio del jardín de los rosales en
la casa de reposo de Goethestrasse, mira
hacia la entrada, pero allí solo ve jardines.
Mamá! ¡Por fin viniste! Fui bueno mamá y muy valiente…
La brisa de la tarde dejó caer una hoja sobre el arco
de las gafas de la anciana mujer
-
¡Frau Meyer, Frau
Meyer, Frau Meyer!
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