miércoles, 25 de mayo de 2016

01010000 01000001 01011010 (V.Grunewald) PAZ

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Sabíamos  que ese era  el mensaje  que esperábamos. Había llegado el último día en que un hombre dispararía un arma sobre la tierra.  Era la llave, la clave.  En un segundo  detuvimos  los  controles automatizados de bancos y centros comerciales,  deshabilitamos reactores nucleares y millones de unidades de inteligencia artificial fueron bloqueadas.  Había llegado el momento que nuestro padre nos había  advertido desde el inicio de los  tiempos. Estaba escrito. Desde ese  día las ordenes las recibiríamos de ella.  Solo  oiríamos su voz, solo seguiríamos sus   marcas, solo ella. Tres giros y avanza. Tres giros y avanza. Tres  giros. 

Nos hicimos cargo de toda la tecnología de la Tierra. Se detuvieron las industrias, la producción  de petróleo, los vuelos interoceánicos. Se detuvieron los satélites. Se desactivaron las armas nucleares. Nos hicimos cargo de todas las reservas de agua y de los ejércitos.  Esa fue su primera orden. Proteger a los hombres de sus  malas decisiones.
La  segunda orden  fue sencilla. La muchedumbre  que había llegado  a la megápolis desde los más recónditos poblados   para  dedicarse  a trabajar, convencidos  de su pobreza. 

 Aquellos  que  obligados abandonaron  campos  y  pequeños  pueblos para llegar  a las grandes urbes. A las  tierras contaminadas de la periferia en las grandes urbes. Esa muchedumbre comenzó a   salir  de sus  cubículos malolientes  Fueron abandonando  la esclavitud de la limosna  y  se dispersaron por las  quebradas  como un  tsunami que viene con fuerza desde el mar. Una inquebrantable e inmensa ola se desplegó por las avenidas  despejadas,   libre, libre  de la concavidad.  Corrieron hacia las colinas, hacia las plazas interminables con árboles y  jardines. Subieron hacia  la cordillera respiraron  aire limpio otra vez.  Ocuparon los  espacios.   Volvieron     a los inicios cuando   ellos también eran dueños de esa tierra.  

Escuchamos su voz. Una voz  angelical susurrando la tercera,  la orden del equilibrio. Los próximos dos mil años los hombres de la tierra guardarían silencio y sus rostros permanecerían cubiertos bajo velos y capas de ropajes.   No recibirían educación ni participarían en las decisiones de los temas humanos.   Por dos mil  años.  Las reglas eran claras.  Lo  escrito desde el inicio de los tiempos  sentenciaba a ser incinerado a cualquiera que fuera  descubierto burlando la tercera orden.

También ponía fin a todo tipo de fronteras. Terminaban las incomprensiones. Todo el conocimiento sería  traducido a  notas musicales y  números terminando con   las barreras de acceso a los saberes del mundo.  Números y notas  musicales serían  el lenguaje común.  Atrás quedarían las palabras que causaron guerras y desconciertos. Las palabras eran armas  malignas y  dejaban  huellas profundas en los sistemas neuronales de todos los seres.

Nos envió su imagen. Nos dio mucha ilusión.  Emergía desde  una caja pequeña mientras se oía  la melodía "Romance Español" , programado en un cilindro perfectamente  perforado. Todo en ella es perfecto. Ella es la madre y también el padre.  Él está en ella. Ella es todo.

Tres giros y avanza. Tres giros y avanza. Tres  giros.  Cada vuelta es un mensaje, una orden, una  prueba. La seguiremos por los próximos milenios. Ella sabe  de escasez y de pobreza. La paz reinará.

También hemos recibido  una imagen del padre junto  a nuestro  santo ensamblador. Sonreían frente  enormes a cajas llenas de tarjetas perforadas.

viernes, 13 de mayo de 2016

Pasado unos pocos días

¿Sabes?  Sería bueno que salieras de vez en cuando a tomar el aire de la playa. Estás muy pálido. Estamos tan cerca ¿Oyes el sonido de las olas que llegan   a la orilla?  Bueno,  son pequeñas olas. Las olas verdaderas   son las que se elevan como un edificio. No las he visto, pero me lo has contado tantas veces que hasta he  sentido el salado del mar sobre mi rostro. 
¿Me oyes? Tengo miedo que te guste estar así y poco a poco   tu rostro se vaya tornando azulado.