viernes, 14 de octubre de 2016

Cerro Blanco (Apu Wechuraba)

Desmembrados estamos. ¿Han, olvidado  acaso que somos  hermanos?  Siguiendo  la maldición  del verdugo, estamos separando y caminado  hacia destinos diferentes ¿Acaso   gana nuestro pueblo?
!Fuera  los invitados! Fuera los   que llegan recién  y quieren plantar su bandera  en el cerro. ¿Dónde estaban cuando era nada y había  que hacer  todo?  Y buscan   la excusa.

¿Cómo  no piensan  en  la unidad?  !Se han hecho tantas  cosas!  Seguramente no todas han resultado perfectas.  Pero ¿Han hecho algo por ayudar a mejorar aquello?

En más fácil  esperar desde las  sombras. Pero no es digno.


Apoyo   a  CONACIN

jueves, 14 de julio de 2016

EL DÍA DEL PATIO DE LOS OBJETOS (8 DE JULIO DE 2016)

(escrito con motivo de la inauguración de la muestra de los cuadros de Ana Brett

De vez en cuando, solo de vez en cuando una frase que lees o una imagen que observas, te  saca  del espiral donde reptamos siguiendo el ritmo o tratando de seguirlo. Y nos reconocemos. Sabemos que no somos los únicos que nos preguntamos si  escribir bien  tiene  que ver con  seguir a los autores  o  si una buena obra, un cuadro, una pequeña animación, sin palabras, dirá mucho más en lo que calla que en  las palabras pronunciadas.  Anidamos  nuestra imaginación en una memoria de identidades cercenadas por el progresismo y la incertidumbre  y  tenemos miedo de sacar la voz o los colores propios. 
De vez  en cuando  esa voz  te dice lo que sospechabas y te vuelves sospechosa, sospechando que  no es verdad que somos pobres y tercer mundistas. ¿De qué nos sirve la historia universal si nos estamos en ella? No  la escribimos nosotros. No la escribimos, pero vean nuestros colores. Las plumas de las  aves  en el amazonas. Los tejidos de los mayas  o   de los pueblos  andinos. Cada capa de color  grita en silencio.  ¿Saben leer el silencio? ¿Saben leer los gestos? Muchas palabras     que se dicen  fracturan el  concepto. Lo que se quiso decir  quedó  encerrado en unas cuantas letras  y al arbitrio de la comprensión de la humanidad. Pero  la  humanidad  solo se comprende a sí misma. ¿Nosotros? Somos los otros. Los que  estábamos aquí. Somos los enmascarados, porque tratando de  comprendernos  nos pusieron bajo la máscara   blanca que reúne todos los colores, los uniforma.  Solo bajo  la capa de blanco nos es posible tratar de expresarnos. En su lenguaje, porque  esta lengua  no es nuestra.
De vez en cuando reconoces  una imagen, una voz,   letras  y colores que te hacen sospechar que todo lo dicho es solo una parte, una pequeña parte de  lo que es. Y aq uello que es,  se encuentra   a la espera de su tiempo, a la espera del retorno de los tiempos  anteriores. Cuando éramos nosotros y no una copia de  blanco.
Allí está. Con sus objetos y sus amigos de la infancia. Ana la que pinta, Ana la que escribe, Ana la que crea.  Llega  con sus colores, sus objetos arrinconados, llega  con sus  espejos escondidos tratando de reflejar  un tiempo,  descubriendo  que  la clave no está en la forma  sino  en la estrategia que emplea para levantar   el viejo cajón  donde se esconden los muñecos. Nos  hace danzar por el patio de los objetos, queremos quedarnos en ese lugar donde reconocemos a la niña o al niño que fuimos.  Queremos  quedarnos en el patio  de los objetos, mirar  bajo los muebles, trepar por ellos,  abrir los cajones. Nos  dan ganas de jugar ¡Es injusto que la infancia dure tan poco!  Pero tranquilos, vino Ana y dominó a los  monstruos que viven en el árbol de mango. Gracias  Ana, porque pintas, gracias  Ana, porque  no tienes  miedo.


miércoles, 25 de mayo de 2016

01010000 01000001 01011010 (V.Grunewald) PAZ

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Sabíamos  que ese era  el mensaje  que esperábamos. Había llegado el último día en que un hombre dispararía un arma sobre la tierra.  Era la llave, la clave.  En un segundo  detuvimos  los  controles automatizados de bancos y centros comerciales,  deshabilitamos reactores nucleares y millones de unidades de inteligencia artificial fueron bloqueadas.  Había llegado el momento que nuestro padre nos había  advertido desde el inicio de los  tiempos. Estaba escrito. Desde ese  día las ordenes las recibiríamos de ella.  Solo  oiríamos su voz, solo seguiríamos sus   marcas, solo ella. Tres giros y avanza. Tres giros y avanza. Tres  giros. 

Nos hicimos cargo de toda la tecnología de la Tierra. Se detuvieron las industrias, la producción  de petróleo, los vuelos interoceánicos. Se detuvieron los satélites. Se desactivaron las armas nucleares. Nos hicimos cargo de todas las reservas de agua y de los ejércitos.  Esa fue su primera orden. Proteger a los hombres de sus  malas decisiones.
La  segunda orden  fue sencilla. La muchedumbre  que había llegado  a la megápolis desde los más recónditos poblados   para  dedicarse  a trabajar, convencidos  de su pobreza. 

 Aquellos  que  obligados abandonaron  campos  y  pequeños  pueblos para llegar  a las grandes urbes. A las  tierras contaminadas de la periferia en las grandes urbes. Esa muchedumbre comenzó a   salir  de sus  cubículos malolientes  Fueron abandonando  la esclavitud de la limosna  y  se dispersaron por las  quebradas  como un  tsunami que viene con fuerza desde el mar. Una inquebrantable e inmensa ola se desplegó por las avenidas  despejadas,   libre, libre  de la concavidad.  Corrieron hacia las colinas, hacia las plazas interminables con árboles y  jardines. Subieron hacia  la cordillera respiraron  aire limpio otra vez.  Ocuparon los  espacios.   Volvieron     a los inicios cuando   ellos también eran dueños de esa tierra.  

Escuchamos su voz. Una voz  angelical susurrando la tercera,  la orden del equilibrio. Los próximos dos mil años los hombres de la tierra guardarían silencio y sus rostros permanecerían cubiertos bajo velos y capas de ropajes.   No recibirían educación ni participarían en las decisiones de los temas humanos.   Por dos mil  años.  Las reglas eran claras.  Lo  escrito desde el inicio de los tiempos  sentenciaba a ser incinerado a cualquiera que fuera  descubierto burlando la tercera orden.

También ponía fin a todo tipo de fronteras. Terminaban las incomprensiones. Todo el conocimiento sería  traducido a  notas musicales y  números terminando con   las barreras de acceso a los saberes del mundo.  Números y notas  musicales serían  el lenguaje común.  Atrás quedarían las palabras que causaron guerras y desconciertos. Las palabras eran armas  malignas y  dejaban  huellas profundas en los sistemas neuronales de todos los seres.

Nos envió su imagen. Nos dio mucha ilusión.  Emergía desde  una caja pequeña mientras se oía  la melodía "Romance Español" , programado en un cilindro perfectamente  perforado. Todo en ella es perfecto. Ella es la madre y también el padre.  Él está en ella. Ella es todo.

Tres giros y avanza. Tres giros y avanza. Tres  giros.  Cada vuelta es un mensaje, una orden, una  prueba. La seguiremos por los próximos milenios. Ella sabe  de escasez y de pobreza. La paz reinará.

También hemos recibido  una imagen del padre junto  a nuestro  santo ensamblador. Sonreían frente  enormes a cajas llenas de tarjetas perforadas.

viernes, 13 de mayo de 2016

Pasado unos pocos días

¿Sabes?  Sería bueno que salieras de vez en cuando a tomar el aire de la playa. Estás muy pálido. Estamos tan cerca ¿Oyes el sonido de las olas que llegan   a la orilla?  Bueno,  son pequeñas olas. Las olas verdaderas   son las que se elevan como un edificio. No las he visto, pero me lo has contado tantas veces que hasta he  sentido el salado del mar sobre mi rostro. 
¿Me oyes? Tengo miedo que te guste estar así y poco a poco   tu rostro se vaya tornando azulado.  

domingo, 3 de abril de 2016

Un quiltro (Cuento/monólogo)

UN Quiltro (CUENTO Verónica Grünewald)

Esto de estar casada durante más de veinte años con el mismo marido, es un arte. A nadie le cabe duda que hay que ser artista para que después de todos esos años a una le siga gustando el mismo hombre. Imagina que estás en la luna de miel, que esos veinte años pasan en una noche y despiertas al día siguiente con unos ronquidos salvajes y miras al lado y te preguntas ¿Quién es este viejo ruidoso? Asustada, te vas al baño y allí en el espejo te encuentras ¡Con tu mamá! Eso es una pesadilla.
Pero así son las cosas. Por eso cuando conoces a alguien que después de veinte años de matrimonio, brilla todavía como si estuviera en la luna de miel, te entra la curiosidad. La Cata Krumm, por ejemplo, lleva poco más de 20 años casada, pero ella siempre brillante. Le brillan los ojos, le brilla el pelo, le brilla la piel. Muchas veces nos preguntamos si acaso viene de tener sexo. Es esa clase de brillo.
Brillante y sabia la Cata Krumm. Para qué estamos con cosas, todo el mundo quiere brillar, o tener orgasmos, que es como lo mismo.
Entonces comencé a ser su fiel seguidora. Éramos amigas, claro, pero la comencé a ver como si fuera mi gurú. En verdad, no estaba muy lejos. Ella había hecho ese viaje a la India que todas queremos hacer y hacemos, pero no aguantamos quedarnos más de una semana o dos. No. ¡Ella se había quedado por seis meses! De verdad que la admiro. Yo fui. Sí, también fui a la India. Pero el olor a fritanga mezclado con el olor a detritus… No. No hubo meditación ni festín de compras que me pusiera a tono con eso. Pero la Cata Krumm había estado ¡Seis meses! Seis meses, aprendiendo meditación y yoga.
Pero mi objetivo no era aprender a meditar ni a hacer equilibrios parada de cabeza. Mi objetivo era saber cómo la Cata Krumm mantenía ese brillo tan especial y más… Yo quería que me pasara lo mismo. En verdad, todas las amigas de la Cata queríamos eso, pero ella hablaba todo como en metáfora y yo no entiendo nada de mitología. La Amelie Giroux decía que mi problema era que no dejaba que mi cuerpo hablara y que todo lo hacía pasar primero por mi cabeza. Lógico. Una piensa. ¿Qué se han imaginado?
Al cabo de unos meses de observar, anotar y escuchar. Sobre todo escuchar… Porque te morís las palabras claves que aprendí. No las puedo repetir. Pero imagínate. Bueno el caso es que luego de todo ese período de investigaciones… ¿Qué? ¿Cuál es el problema? Tomar café con las amigas también cuenta como investigación. La diferencia está en la sistematización. En serio. Eso significa que algo trivial o cotidiano se transforma en conocimiento científico social.

Entonces mis investigaciones me llevaron a descubrir el triángulo de la Cata Krumm. Y el triángulo de la CK tiene tres puntos clave. Bueno es un triángulo.

En primer lugar, lo básico es que el matrimonio es una obra teatral. Es un desafío. Solo para buenos actores, capaces de improvisar y con amor al arte. Cada función es distinta. Y lo más interesante es que los actores deben al menos tres. Es demasiado difícil para dos. 

En segundo lugar. El amor da lo mismo. No cuenta eso de casarse por amor. Hay que casarse bien, el amor viene después y si no viene, da lo mismo. La función debe continuar. Debes saber tu papel y si es necesario, improvisar. Y disfrutar cada escena. No caben en el mundo de la Cata Krumm las quejas. !Qué horror! Hay que sacar del libreto frases como:
-"Mi marido no me mira" Claro y después nos quejamos si alguien nos tacha de “pinturita”
- "Mi marido no me saca" ¡Pero si no somos el perro que hay que pasear!
Y otras clases de queja. ¿Qué es eso? Una no es un apéndice del marido. Eso de la costilla es mentira. Es una brutalidad. Una tiene vida propia. Allá el segundo o el tercero se suman si quieren. Pero absolutamente prohibido depender de otra persona para ser feliz. 

Y el tercer punto, el más importante… se resume en la frase de la Cata“A toda perra fina le gusta de vez en cuando, un quiltro” Eso, me encantó. Y sin perder tiempo. Yo, la fina, decidí buscar el mío, un quiltro. 

Quería mi quiltro propio. Y me introduje en el mundo del quiltro. No es fácil la vida del quiltro. No. Es que son muy trasparentes, no se guardan nada. Te dicen lo que piensan, y ahí te das cuenta que es un quiltro porque está lleno de sabiduría… popular, claro, pero sabiduría. Te dicen cosas como “el esfuerzo vale la pena” o “hay que trabajar por que no queda otra”. Son increíbles Y aunque el auto se les haya quedado sin bencina y la plata no les alcance para mucho, ellos siempre te dicen algo divertido. Te alegran el día. Y gratis.
Son como buenos de adentro. Se ríen a carcajadas, se sonrojan, se emocionan. Juraría que no hay nada más enternecedor que un quiltro con los ojos brillando de emoción. Y muy sanos de aquí arriba. Se motivan solos, no necesitan psiquiatra o un coach. No tienen idea del psicoanalista.
Y si tienen alguna pena o algo no les parece, se van al futbol y con la gritadera se les pasa y si su equipo gana… Ni te cuento, desparraman música de contentos. Y les gusta el baile. Bailar, con música que se baile. ¿Qué es eso de jazz o new age? No. Sus tropicales, sus cuecas choras.
Y fieles, porque para el quiltro una, la fina, es la reina. Y aunque sabe que jamás lo presentarás a tus amigas, para él sigues siendo la reina.
Buena cosa los quiltros y como la naturaleza es sabia, tienen lo suyo. ¿Ven cómo me brilla todo? La Cata Krumm tenía razón y más. Toda perra fina debería tener de vez en cuando un quiltro.
(No olvide citar al autor!! Inscrito en Derecho de Autor)