Desmembrados estamos. ¿Han, olvidado acaso que somos hermanos? Siguiendo la maldición del verdugo, estamos separando y caminado hacia destinos diferentes ¿Acaso gana nuestro pueblo?
!Fuera los invitados! Fuera los que llegan recién y quieren plantar su bandera en el cerro. ¿Dónde estaban cuando era nada y había que hacer todo? Y buscan la excusa.
¿Cómo no piensan en la unidad? !Se han hecho tantas cosas! Seguramente no todas han resultado perfectas. Pero ¿Han hecho algo por ayudar a mejorar aquello?
En más fácil esperar desde las sombras. Pero no es digno.
Apoyo a CONACIN
Escribe a veronica.grunewald@gmail.com para recibir invitación a leer mi blog twitter:@grunever instagram: @vero_grunewald facebook.com/Verogrunewald/
viernes, 14 de octubre de 2016
jueves, 14 de julio de 2016
EL DÍA DEL PATIO DE LOS OBJETOS (8 DE JULIO DE 2016)
(escrito con motivo de la inauguración de la muestra de los cuadros de Ana Brett
De vez en cuando, solo de vez en
cuando una frase que lees o una imagen que observas, te saca
del espiral donde reptamos siguiendo el ritmo o tratando de seguirlo. Y
nos reconocemos. Sabemos que no somos los únicos que nos preguntamos si escribir bien
tiene que ver con seguir a los autores o si
una buena obra, un cuadro, una pequeña animación, sin palabras, dirá mucho más
en lo que calla que en las palabras
pronunciadas. Anidamos nuestra imaginación en una memoria de
identidades cercenadas por el progresismo y la incertidumbre y
tenemos miedo de sacar la voz o los colores propios.
De vez en cuando
esa voz te dice lo que
sospechabas y te vuelves sospechosa, sospechando que no es verdad que somos pobres y tercer
mundistas. ¿De qué nos sirve la historia universal si nos estamos en ella? No la escribimos nosotros. No la escribimos,
pero vean nuestros colores. Las plumas de las
aves en el amazonas. Los tejidos
de los mayas o de los pueblos andinos. Cada capa de color grita en silencio. ¿Saben leer el silencio? ¿Saben leer los
gestos? Muchas palabras que se
dicen fracturan el concepto. Lo que se quiso decir quedó
encerrado en unas cuantas letras
y al arbitrio de la comprensión de la humanidad. Pero la
humanidad solo se comprende a sí
misma. ¿Nosotros? Somos los otros. Los que
estábamos aquí. Somos los enmascarados, porque tratando de comprendernos nos pusieron bajo la máscara blanca que reúne todos los colores, los
uniforma. Solo bajo la capa de blanco nos es posible tratar de
expresarnos. En su lenguaje, porque esta
lengua no es nuestra.
De vez en cuando reconoces una imagen, una voz, letras y colores que te hacen sospechar que todo lo
dicho es solo una parte, una pequeña parte de
lo que es. Y aq uello que es, se encuentra
a la espera de su tiempo, a la espera del retorno de los tiempos anteriores. Cuando éramos nosotros y no una
copia de blanco.
Allí está. Con sus objetos y sus
amigos de la infancia. Ana la que pinta, Ana la que escribe, Ana la que
crea. Llega con sus colores, sus objetos arrinconados,
llega con sus espejos escondidos tratando de reflejar un tiempo, descubriendo
que la clave no está en la
forma sino en la estrategia que emplea para
levantar el viejo cajón donde se esconden los muñecos. Nos hace danzar por el patio de los objetos,
queremos quedarnos en ese lugar donde reconocemos a la niña o al niño que
fuimos. Queremos quedarnos en el patio de los objetos, mirar bajo los muebles, trepar por ellos, abrir los cajones. Nos dan ganas de jugar ¡Es injusto que la
infancia dure tan poco! Pero tranquilos,
vino Ana y dominó a los monstruos que
viven en el árbol de mango. Gracias Ana,
porque pintas, gracias Ana, porque no tienes miedo.
miércoles, 25 de mayo de 2016
01010000 01000001 01011010 (V.Grunewald) PAZ
01010000 01000001 01011010
01010000 01000001 01011010
01010000 01000001 01011010
Sabíamos que ese era
el mensaje que esperábamos. Había
llegado el último día en que un hombre dispararía un arma sobre la tierra. Era la llave, la clave. En un segundo
detuvimos los controles automatizados de bancos y centros
comerciales, deshabilitamos reactores
nucleares y millones de unidades de inteligencia artificial fueron bloqueadas. Había llegado el momento que nuestro padre nos
había advertido desde el inicio de
los tiempos. Estaba escrito. Desde ese día las ordenes las recibiríamos de ella. Solo
oiríamos su voz, solo seguiríamos sus
marcas, solo ella. Tres giros y avanza. Tres giros y avanza. Tres giros.
Nos hicimos cargo de toda la
tecnología de la Tierra. Se detuvieron las industrias, la producción de petróleo, los vuelos interoceánicos. Se
detuvieron los satélites. Se desactivaron las armas nucleares. Nos hicimos cargo
de todas las reservas de agua y de los ejércitos. Esa fue su primera orden. Proteger a los
hombres de sus malas decisiones.
La
segunda orden fue sencilla. La
muchedumbre que había llegado a la megápolis desde los más recónditos poblados
para dedicarse
a trabajar, convencidos de su
pobreza.
Aquellos que obligados abandonaron campos y pequeños pueblos para llegar a las grandes urbes. A las tierras contaminadas de la periferia en las grandes urbes. Esa muchedumbre comenzó a salir de sus cubículos malolientes Fueron abandonando la esclavitud de la limosna y se dispersaron por las quebradas como un tsunami que viene con fuerza desde el mar. Una inquebrantable e inmensa ola se desplegó por las avenidas despejadas, libre, libre de la concavidad. Corrieron hacia las colinas, hacia las plazas interminables con árboles y jardines. Subieron hacia la cordillera respiraron aire limpio otra vez. Ocuparon los espacios. Volvieron a los inicios cuando ellos también eran dueños de esa tierra.
Aquellos que obligados abandonaron campos y pequeños pueblos para llegar a las grandes urbes. A las tierras contaminadas de la periferia en las grandes urbes. Esa muchedumbre comenzó a salir de sus cubículos malolientes Fueron abandonando la esclavitud de la limosna y se dispersaron por las quebradas como un tsunami que viene con fuerza desde el mar. Una inquebrantable e inmensa ola se desplegó por las avenidas despejadas, libre, libre de la concavidad. Corrieron hacia las colinas, hacia las plazas interminables con árboles y jardines. Subieron hacia la cordillera respiraron aire limpio otra vez. Ocuparon los espacios. Volvieron a los inicios cuando ellos también eran dueños de esa tierra.
Escuchamos su voz. Una
voz angelical susurrando la tercera, la orden del equilibrio. Los próximos dos mil
años los hombres de la tierra guardarían silencio y sus rostros permanecerían
cubiertos bajo velos y capas de ropajes. No recibirían educación ni participarían en
las decisiones de los temas humanos.
Por dos mil años. Las reglas eran claras. Lo
escrito desde el inicio de los tiempos
sentenciaba a ser incinerado a cualquiera que fuera descubierto burlando la tercera orden.
También ponía fin a todo tipo
de fronteras. Terminaban las incomprensiones. Todo el conocimiento sería traducido a
notas musicales y números terminando
con las barreras de acceso a los
saberes del mundo. Números y notas musicales serían el lenguaje común. Atrás quedarían las palabras que causaron guerras
y desconciertos. Las palabras eran armas
malignas y dejaban huellas profundas en los sistemas neuronales
de todos los seres.
Nos envió su imagen. Nos dio
mucha ilusión. Emergía desde una caja pequeña mientras se oía la melodía "Romance Español" , programado en un cilindro
perfectamente perforado. Todo en ella es
perfecto. Ella es la madre y también el padre.
Él está en ella. Ella es todo.
Tres giros y avanza. Tres
giros y avanza. Tres giros. Cada vuelta es un mensaje, una orden,
una prueba. La seguiremos por los próximos
milenios. Ella sabe de escasez y de
pobreza. La paz reinará.
También hemos recibido una imagen del padre junto a nuestro
santo ensamblador. Sonreían frente enormes a cajas llenas de tarjetas perforadas.
viernes, 13 de mayo de 2016
Pasado unos pocos días
¿Sabes? Sería bueno
que salieras de vez en cuando a tomar el aire de la playa. Estás muy pálido.
Estamos tan cerca ¿Oyes el sonido de las olas que llegan a la orilla?
Bueno, son pequeñas olas. Las
olas verdaderas son las que se elevan
como un edificio. No las he visto, pero me lo has contado tantas veces que
hasta he sentido el salado del mar sobre
mi rostro.
¿Me oyes? Tengo miedo que te guste estar así y poco a poco tu rostro se vaya tornando azulado.
domingo, 3 de abril de 2016
Un quiltro (Cuento/monólogo)
UN Quiltro (CUENTO Verónica Grünewald)
Esto de estar casada durante más de veinte años con el mismo marido, es un arte. A nadie le cabe duda que hay que ser artista para que después de todos esos años a una le siga gustando el mismo hombre. Imagina que estás en la luna de miel, que esos veinte años pasan en una noche y despiertas al día siguiente con unos ronquidos salvajes y miras al lado y te preguntas ¿Quién es este viejo ruidoso? Asustada, te vas al baño y allí en el espejo te encuentras ¡Con tu mamá! Eso es una pesadilla.
Pero así son las cosas. Por eso cuando conoces a alguien que después de veinte años de matrimonio, brilla todavía como si estuviera en la luna de miel, te entra la curiosidad. La Cata Krumm, por ejemplo, lleva poco más de 20 años casada, pero ella siempre brillante. Le brillan los ojos, le brilla el pelo, le brilla la piel. Muchas veces nos preguntamos si acaso viene de tener sexo. Es esa clase de brillo.
Brillante y sabia la Cata Krumm. Para qué estamos con cosas, todo el mundo quiere brillar, o tener orgasmos, que es como lo mismo.
Entonces comencé a ser su fiel seguidora. Éramos amigas, claro, pero la comencé a ver como si fuera mi gurú. En verdad, no estaba muy lejos. Ella había hecho ese viaje a la India que todas queremos hacer y hacemos, pero no aguantamos quedarnos más de una semana o dos. No. ¡Ella se había quedado por seis meses! De verdad que la admiro. Yo fui. Sí, también fui a la India. Pero el olor a fritanga mezclado con el olor a detritus… No. No hubo meditación ni festín de compras que me pusiera a tono con eso. Pero la Cata Krumm había estado ¡Seis meses! Seis meses, aprendiendo meditación y yoga.
Pero mi objetivo no era aprender a meditar ni a hacer equilibrios parada de cabeza. Mi objetivo era saber cómo la Cata Krumm mantenía ese brillo tan especial y más… Yo quería que me pasara lo mismo. En verdad, todas las amigas de la Cata queríamos eso, pero ella hablaba todo como en metáfora y yo no entiendo nada de mitología. La Amelie Giroux decía que mi problema era que no dejaba que mi cuerpo hablara y que todo lo hacía pasar primero por mi cabeza. Lógico. Una piensa. ¿Qué se han imaginado?
Al cabo de unos meses de observar, anotar y escuchar. Sobre todo escuchar… Porque te morís las palabras claves que aprendí. No las puedo repetir. Pero imagínate. Bueno el caso es que luego de todo ese período de investigaciones… ¿Qué? ¿Cuál es el problema? Tomar café con las amigas también cuenta como investigación. La diferencia está en la sistematización. En serio. Eso significa que algo trivial o cotidiano se transforma en conocimiento científico social.
Entonces mis investigaciones me llevaron a descubrir el triángulo de la Cata Krumm. Y el triángulo de la CK tiene tres puntos clave. Bueno es un triángulo.
En primer lugar, lo básico es que el matrimonio es una obra teatral. Es un desafío. Solo para buenos actores, capaces de improvisar y con amor al arte. Cada función es distinta. Y lo más interesante es que los actores deben al menos tres. Es demasiado difícil para dos.
En segundo lugar. El amor da lo mismo. No cuenta eso de casarse por amor. Hay que casarse bien, el amor viene después y si no viene, da lo mismo. La función debe continuar. Debes saber tu papel y si es necesario, improvisar. Y disfrutar cada escena. No caben en el mundo de la Cata Krumm las quejas. !Qué horror! Hay que sacar del libreto frases como:
-"Mi marido no me mira" Claro y después nos quejamos si alguien nos tacha de “pinturita”
- "Mi marido no me saca" ¡Pero si no somos el perro que hay que pasear!
Y otras clases de queja. ¿Qué es eso? Una no es un apéndice del marido. Eso de la costilla es mentira. Es una brutalidad. Una tiene vida propia. Allá el segundo o el tercero se suman si quieren. Pero absolutamente prohibido depender de otra persona para ser feliz.
Y el tercer punto, el más importante… se resume en la frase de la Cata“A toda perra fina le gusta de vez en cuando, un quiltro” Eso, me encantó. Y sin perder tiempo. Yo, la fina, decidí buscar el mío, un quiltro.
Quería mi quiltro propio. Y me introduje en el mundo del quiltro. No es fácil la vida del quiltro. No. Es que son muy trasparentes, no se guardan nada. Te dicen lo que piensan, y ahí te das cuenta que es un quiltro porque está lleno de sabiduría… popular, claro, pero sabiduría. Te dicen cosas como “el esfuerzo vale la pena” o “hay que trabajar por que no queda otra”. Son increíbles Y aunque el auto se les haya quedado sin bencina y la plata no les alcance para mucho, ellos siempre te dicen algo divertido. Te alegran el día. Y gratis.
Son como buenos de adentro. Se ríen a carcajadas, se sonrojan, se emocionan. Juraría que no hay nada más enternecedor que un quiltro con los ojos brillando de emoción. Y muy sanos de aquí arriba. Se motivan solos, no necesitan psiquiatra o un coach. No tienen idea del psicoanalista.
Y si tienen alguna pena o algo no les parece, se van al futbol y con la gritadera se les pasa y si su equipo gana… Ni te cuento, desparraman música de contentos. Y les gusta el baile. Bailar, con música que se baile. ¿Qué es eso de jazz o new age? No. Sus tropicales, sus cuecas choras.
Y fieles, porque para el quiltro una, la fina, es la reina. Y aunque sabe que jamás lo presentarás a tus amigas, para él sigues siendo la reina.
Buena cosa los quiltros y como la naturaleza es sabia, tienen lo suyo. ¿Ven cómo me brilla todo? La Cata Krumm tenía razón y más. Toda perra fina debería tener de vez en cuando un quiltro.
(No olvide citar al autor!! Inscrito en Derecho de Autor)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)