jueves, 16 de abril de 2020

Blog colaborativo con Susana Parejas. Primera colaboración (Dia 16 de abril) Hoy comenzo el dia con la noticia de la muerte del escritor chileno Luis Sepúlveda Calfucura (Ovalle, 1949). Aunque vivia en  Oviedo,  España, era de esos extraños escritores que nos parecen universales. 
Se lo llevó el coronavirus, la pandemia. Eso que nos mantiene arrinconados en nuestros metros cuadrados, valorando mas que nunca cada espacio de nuestros hogares.
Asi, cuarentenado y por coronavirus se fue el autor de "La historia de la gaviota y el gato que le enseñó a volar"  entre otras historias  tambien para publico universal.
Pensé en la universalidad de los gatos. Son una gran compañia. No sé qué haría sin mi gata  Indira. Se que es un nombre demasiado prerencioso para lo que es: una minúscula gata, pero le tengo fe. 
Le gusta el agua, como a mi. Cada vez que  voy al baño me sigue y sube curiosa al lavamanos. Le   encanta la llave del baño, quiere saber todo lo que ocurre con el agua. Cómo fluye... la mira, la toca,  se mete bajo  la bandeja donde esta el de está el  desagüe. Eso mueve  su curiosidad.  
Yo misma soy un gato de agua. Naci en 1963. Fluyo como el agua. Puedo ser gota y tambien vendaval.  Me gusta curiosear, estar en distintos lugares y me gusta observar.
Ahora, en cuarentena, pienso que estaba preparada. Todo tiene una razon de ser, pero de eso escribiré otro dia.

martes, 7 de agosto de 2018

Haitiano soñador


Haitiano  soñador

Jean Yves  es un soñador.  Sonríe mientras sueña que regala los chiches que vende sobre una manta.  Con sus zapatos de charol danza en medio de la Estación Central, las chicas lo aplauden, las madres lo quieren adoptar, los perros  quieren ser sus  amigos, los carabineros lo buscan para darle un mensaje del  presidente.   Sonríe. Caen las hojas de los árboles y Jean Yves corre, corre, corre por la plazoleta del bandejón central de la Alameda.  No sabe qué hizo ni entiende lo que pasó. Solo corre abrazado a su manta, porque los demás corren también.
(microcuentos)

lunes, 30 de julio de 2018

El futuro de las hijas

Mire hija. Usted está equivocada si piensa que el futuro está en la universidad. Lo que tiene que hacer es buscar marido. ¿Estudiar? ¿Trabajar? ¿Madrugar todos los días? No. Lo inteligente es conseguir alguien que lo haga por una...
(Microcuentos)

martes, 27 de marzo de 2018

Color piel (EXISTE?) PARTE

(texto disponible también en Sitio  CERO)
http://sitiocero.net/2018/01/el-color-piel-protocolo-para-la-superacion-de-lo-terrestre/

En el taller de pintura la profesora preguntó ¿Saben hacer el color piel? La pregunta me dejó confusa. ¿Color piel? ¿Existe un color piel?  En  el intento de dar respuesta a la pregunta, no sobre el saber hacer un color piel, sino en la duda que me produce la existencia del mismo, debo dejar  constancia de mi cercanía con los seres celestiales. Se les llama de esa manera pues habitan en el cielo. ¿Han oído mencionar el color celeste cielo?
Por lo demás, doy fe que en llamado cielo, se encuentran brillantes almas de todo tipo. En común tienen la bondad y la alegría. Muchos de los que llegan allí, como son tan buenos, solo siguen brillando en su bondad. Pero como todos los sistemas organizacionales, los procesos son perfectibles y en eso han estado trabajando. Sé que mejorarán los procesos de admisión, los  criterios de inclusión. También revisarán los cupos de equidad.
Lo anterior se produce porque no es lo mismo ser un alma buena en medio de la guerrilla y la barbarie de algunos países africanos, que un alma buena que vivió siempre en Europa.  No es lo mismo. No es lo mismo un alma buena, que acaba de pedir perdón a los ochenta años terrestres que un alma buena de veinticinco. Tampoco es lo mismo un alma buena producida en un cuerpo negro. Se ha tomado nota de las diferencias  que se producen en la percepción distorsionada de los creados, los humanos,  respecto del color  que le corresponde vivir a cada ser. Unos se miran a otros en forma distinta.
Sobre los colores, lo que sé es que en verdad fue una inspiración del Jefe. A  último momento se entretuvo distribuyendo  el arcoíris en el universo y como en definitiva, él es un artista maestro. Su último movimiento fue casi como poner su firma sobre la tela,  y lanzó una pincelada sobre lo máximo creado. La especie humana sobre la tierra.
No tienen idea de lo que le pesa, a veces, ese arranque de grandeza y de creatividad. ¿Qué hubiese sucedido si todas las cubiertas fuesen iguales? Nunca él imaginó que los humanos iban a entretenerse tanto y a someter unos a otros, solo por su color. Nunca pensó que el color de la piel abriría o cerraría puertas.
(Observación) El cielo está lleno de almas buenas, ángeles, serafines, querubines y ninguno es blanco. En verdad ese no es un color. Al cielo llegan transformados en su color favorito. Y se han visto almas tan buenas, tan buenas que destellan todos los colores del arcoíris. Todos. Eso es maravilloso. Hubo una época en que se dividían entre azules y rosa. Con los años comenzaron a llegar algunas almas que tenían más tendencia a la combinación de estos tonos, entre rosa y azul y hoy en verdad, la gran mayoría está en esa gama. Malvas, obispo, magenta, lila, morado. En fin, los arreboles, el atardecer, las primeras horas de la madrugada, toda esa belleza de la creación terrestre, se puede ver reflejada en muchas de las almas. Son hermosos, como el centro del cielo. Todos felices con su color favorito.
De todos modos, Él sabe, desde antes, el camino que debe recorrer cada uno en su paso por la vida terrestre. Y generoso concede. Negra. Pobre y negra. Desde allí surgen almas que sonríen ¡Sonríen! Son capaces de sonreír, a pesar de todo.  Y los que cantan ¡Cómo cantan! Ponen voces en las mujeres que callaron, en las que fueron esclavizadas y no llegaron a un puerto, en las que lanzaron por la borda por débiles o enfermas. Ellos y ellas, los de cubierta negra ¡Son capaces de cantar!  ¿Cómo cantan? Son capaces de  alegrar con sus voces, son capaces de emocionar. Es una forma de reparación, las almas que vistieron de negro durante su vida terrestre, tienen prioridad. Por valentía. Ellos que nacieron vestidos con cuerpo negro, tienen prioridad.
Aún no son perdonados lo que experimentaron con ellos. Aún no son perdonados quienes los engrillaron, los castigaron y los negaron. Los negaron. ¿Cómo permitieron eso? ¡Los negaron! ¿Qué clase de humanidad se niegan a sí misma? Todos partieron desde el mismo lugar. Todos comenzaron en el mismo paraíso. Ninguno tenía derecho de someter al otro por su color, sus creencias, sus costumbres. ¿Qué clase de bastardo fue capaz de idear eso? Me pregunto eso.

(Fragmento de “Protocolo de Ángeles” documento en construcción, misma autora)

domingo, 8 de octubre de 2017

La virgen de los perros (cuento)

Espera. Tengo que anotar. Son   tres corridas de  siete perlas cada una. Luego los girasoles.
Ya. Está  bien. He terminado Déjame que te  explique. Lo que estás viendo es mi dibujo de la virgen de los perros. Me he  enterado,  con mucha angustia. Si  Porque he estado angustiada. Que no existe una llamada virgen de los perros.
Y me parece  que eso es injusto para ellos. Me preocupé  de preguntar. Mi papá  siempre dice que  es mejor preguntar antes de decir algo  equivocado. Sé que muchos tienen una virgen protectora. Pero nadie me ha podido explicar por qué no existe una virgen protectora de los perros. Ellos están siempre cerca de nosotros.  Nos cuidan. Se merecen una virgen maravillosa que se ocupe de atender sus aullidos, y sus ladridos de perros.
Entonces la dibujé así, con los pies  descalzos  y  una base de siete girasoles amarillos. Me   gusta el número siete. Cuando tenía siete años mi abuela se fue al cielo  entonces ya no fue mi abuela. Fue un ángel que me cuida. También me gustan los girasoles porque son amarillos. El amarillo es mi color favorito. Mi perro es amarillo. Don Jan Karabak. Buen perro. Es también  el color favorito del profesor. Lo sé.
A la virgen le he dibujado un rostro hermoso. También tiene  una túnica celeste con bordes dorados. El profesor dice que lo pinte de  amarillo, pues es el color del  oro. No tengo lápiz de color dorado.  El  profesor tampoco tiene. Le he preguntado muchas veces.
Creo que la virgen  de los perros debe tener  en su mano un hueso  mediano. Eso  puede alegrar  a cualquier perro, por triste que esté ¿Cómo reconocería a su virgen un perro  abandonado? Por eso le dibujé un huesito. Su cabello es largo y lo pintaré  de negro, aunque sobre la cabeza tendrá un manto blanco con estrellas  doradas. Si, como las de navidad.
Entonces la virgen de los perros estará lista para navidad.  Tal vez el profesor quiera ir a mi casa en navidad, para ver que he terminado el dibujo de la virgen de los perros.  Faltan  40 días para navidad. Me gustan los números.
En navidad cenamos en familia. Yo tengo una familia. Se hacer la ensalada de papas. Quiero tener mi propia familia. Ya cumplí veintiún años. Soy una señorita y estoy  soltera. Puedo tener un novio. Una vez  casi tengo un novio. Ernesto me abrazo  y   dijo   en mi  oído  ¡Mi novia! Me asusté tanto que grité. El profesor conversó con Ernesto. Ahora solo  me mira   desde su asiento. Debe ser respetuoso con las señoritas. Mi papá me dijo  que soy especial y nadie puede decir  lo contrario.
Estoy  emocionada. El profesor es muy amable conmigo. Contesta todas  las preguntas que le hago, aunque las repita. Invitaré al  profesor para cenar en  mi casa esta navidad.   Le preguntaré si  quiere ser mi novio. Entonces la virgen de los perros estará terminada con su collar de tres vueltas, con siete perlas cada una, serán 21,  como  dice mi papá cuando habla de mí.  Espera ¿Cómo dice mi papá? ¡Ah! Ya recordé. Mi papá dice “Ella tiene trisomía del par veintiuno”  Me gusta. El veintiuno es un número de suerte.
Fin

La Chinchorra (cuento)

Awquina pasó la tarde esperando  que la jaula de junquillo  se llenara de peces. Al menos uno.  Un pez bueno.  Un gran pez. Necesitaba   sus  escamas y su piel.   Las escamas para adornar los ojos de su hermano  y la piel para atar con firmeza sus   débiles piernas.  Así podría  viajar    hacia las tierras definitivas cruzando el laberinto de la noche  eterna.  Las escamas eran su regalo.  Las escamas iluminarían su camino y su  hermano no se sentiría tan solo.  Pero la tarde avanzaba y en la jaula no había un solo pez. Tal vez debía intentar desde   los  roqueríos con el arpón. Ese era un desafío. Ella  era una tejedora. Tejía cestas, prendas para adornar el cuerpo, jaulas para peces. De vez en cuando encontraba buenas púas de cactáceas y las guardaba para su hermano  que fabricaba anzuelos y  arpones.   
Atrás había quedado el tiempo en que su hermano  nadaba  en el océano  como un enorme pez. Con sus manos grandes  y sus pies grandes avanzaba más rápido que todos en la aldea. Los grandes nadadores traían buen alimento para la comunidad.  Por eso, cuando fue la hora del  fin de sus fuerzas, entre todos prepararon  su cuerpo para el viaje.  Era la costumbre, pero el gran nadador recibiría regalos para que en la tierra definitiva, fuese valorado como era justo.
Los hombres y mujeres de la comunidad conocían las señales de  cada uno. Las señales que decían que era la hora de dejar el espacio exterior, el de la materia e iniciar el viaje interior. Un viaje solitario y misterioso.  Sabían aquello  porque era el único lugar hacia donde podrían  haber  partido. Sus cuerpos  estaban allí.  Algunas veces, habían esperado   a que volvieran. También hubo un tiempo en que buscaron con desesperación dentro de los cuerpos,  el impulso de la vida. Buscaron el camino hacia el interior.  
La comunidad había  pasado muchos períodos de luna llena reflexionando acerca del mejor modo de  favorecer el  viaje definitivo. Algunas veces  tenían la esperanza de que el viajero quisiera regresar  y  dejaban sus ojos abiertos para que entrara  la luz y ellos,  desde el fondo del ser,  al verla  sintieran alegría al saber que los  esperaban al otro lado, en  la luz.  También dejaban  la boca  en posición por si de pronto necesitaran espacio para la voz.  Decir algo,  pedir ayuda para sí mismos, cualquier cosa.
Comprendían que la vida era también parte de ese viaje. Emergían desde un cuerpo y  partían hacia el interior de sus propios cuerpos. Iban y venían. La vida y la muerte eran un solo  viaje. Un misterioso  viaje. Observaban los últimos minutos de la vida y sabían que el aire era parte de la vida y de la muerte.  Cada niño y cada niña al nacer abrían la boca para atrapar  con fuerza la primera bocanada de aire con la que  iniciaban el viaje en este lado, el lado  de la luz. La  luz, la energía  del sol,  eran parte de la fuerza de la vida.
La partida, en  cambio,  estaba marcada por la ausencia  del aire. Ya no circulaba. No había más ir y venir desde el interior y hacia el exterior y al contrario. La luz abandonaba los ojos.         Y ellos  los  cubrían de ungüentos especiales para sostener y  dar firmeza a la materia, esperando que el viajero  quisiera ocupar ese  cuerpo  una  vez más.
¾     ¡Awquina!

Era  su hermoso compañero. Ella emergió sonriente desde los roqueríos huyendo de una ola  gigantesca, pero con un gran pez   ensartado en el arpón. Podría haber dicho que el aire de su hermano la  inspiró por un instante y ella pudo atrapar el pez.

miércoles, 8 de marzo de 2017

EL ACORDEON ENAMORADO (CUENTO)

Como cada año, desde   tiempos inmemoriales, la  comunidad se preparaba para comenzar la celebración de Anata. Las tarkas elevaban su sonido por el viento y les hablaban suavemente a las nubes para que no olvidaran su tarea y dejaran caer la lluvia.
Por las   callejuelas se deslizaban  algunas desordenadas notas. Habían escapado solitarias, queriendo adelantarse a las comparsas de  jóvenes y señoritas. Ellos  de sombrero y ellas,  con sus chales de lentejuelas y faldas con muchas enaguas,   impacientes por  girar. Los músicos entrenados, sus instrumentos relucientes y contentos.   En las casas, las  mesas  daban señales de  abundancia,  y  los niños conseguían monedas para comprar harina y challa para llenar sus talegas.
Y comenzó el Carnaval. Desenterraron a don Domingo Carnavalón. Lo   desempolvaron, arreglaron su sombrero  y  lo rodearon de serpentinas. Así, con don Domingo Carnavalón adelante, músicos y bailarines daban vueltas por las calles, con sus bailes y canciones, llenando cada rincón del pueblo.
Los  dos primeros días todo transcurría como siempre había sido, entre danzas y festejos, todos celebraban. Pero  llegado el tercer  día,  nadie supo bien lo que pasó. Los bailarines  tropezaban. Los músicos se quejaban. El  acordeón se había taimado, las tarkas no sonaban, el tambor golpeaba como loco y las enaguas de lss chicas se asomaban indiscretas por debajo de las faldas de terciopelo, como queriendo enterarse de algo.  Parecía que un  mal de ojo  hubiese alcanzado a las cosas y éstas, en su alzamiento, se aprovechaban  y   hacían lo que querían.
-¿Viste ese sombrerito?
-¿Ah? No. A mí la que me tiene loco es una enagua.   Se me cruza cada vez que el tambor  rebota  como casco  de caballo. No  sé qué tiene. Ya sé, solo es una enagua. Como otras tantas que he visto. Giran extendidas  como abanicos y la  mía… digo… la que me gusta, gira más alto. Más que ninguna.
-¡Ya! ¿En serio  dobladoque?  ¡Perdón! ¿En serio, don Acordeón? ¿No será una paloma la muy coqueta y lo tiene confundido?
-No. No compadre  Tarkita. Ella es una enagua hermosa.
El Alférez  escuchó la conversación,  no por indiscreto  sino por casualidad.  ¡Nadie imaginaba que los problemas del corazón tenían descoordinado al viejo acordeón!  ¡Esa era la razón! El acordeón  se había enamorado perdidamente de la enagua de María.
-¡Hay  que armar un casamiento!  -dijo  el Alférez. Las  señoritas de la comparsa se sonrojaron. Los jóvenes  se sintieron descubiertos. Cada uno miró a su novia sintiéndose convocados. El cura estaba feliz. Cada vez que llegaba al pueblo solo le tocaban funerales.  La oveja negra en un rincón,  balaba a  carcajadas pensando que su compadre,  el cordero gordo iba a ser invitado al casorio.  Todos sacaban sus propias conclusiones. Hasta el huarisuyo miraba las nubes y en sus ojos blancos  se dibujaban unas galletas  de quinoa y chocolate, las que recibía cada vez que llegaban visitas al pueblo. -¡Seré  rico! – pensaba mientras la baba chorreaba por su barbilla y largo cuello.
-El acordeón se casará con la enagua de  María.-dijo, por fin, el Alferez.
-¿Cómo?  -Protestaron los ancianos del pueblo. – ¡Los instrumentos se casan con los instrumentos!
Las aymaras feministas también opinaron  -¿Porque le han preguntado al acordeón y no a la enagua? -Está bien -dijo el Alferez -“Señorita enagua de María, ¡Se casaría usted con el señor Acordeón?
-¡Momento! -dijo María. -La enagua es mía. Me consultan a mi primero si quiero que mi enagua se case. ¡Respeten la propiedad ajena!
El Alférez se tomó la cabeza entre las manos y sin saber  qué hacer, pensó en suspender la celebración del Carnaval, pero era complicado. Así es que llamó a los ancianos del pueblo para pedir consejo.  Luego de conversar un buen rato, sentados alrededor de don Domingo Carnavalón,  preguntaron a todos los presentes

-¿Quién se quiere casar?  María levantó la mano y el dueño del acordeón también y aunque nunca habían estado de novios, se miraron  a los ojos  un buen rato.  María se acercó dando dos giros cortos y uno largo con su enagua que giraba como un remolino. -“Uh… Uh… Uuuuuuuuuuhhhh” –sonaban las tarkas, mientras el tambor  alentaba a su futura comadre.  La enagua, como toda  enagua, se asomó poco a poco y junto con su dueña dieron el si al casorio.  Asi fue  que  el Acordeón siguió dando sus notas, feliz y afinado, el resto de  sus días con su amada Enagua de MAría. (DIBUJO : Veronica Grunewald)